3 de agosto de 2013

El proceso en tres actos



El último número de "El Manuscrito" dedica su portada a René Lavand, ese genio del siglo. Estoy feliz porque las notas que cubren el tema de portada fueron escritas por mí. Una es la entrevista que le hice a Néstor Frenkel, director del documental sobre René. La otra, un ensayo que hice hace unos años (y corregí ahora) sobre la construcción discursiva de la imágen de René como artista. 

Siento mucho placer por escribir. Siento mucho placer por escribir sobre cosas que amo. Así que como quien se saca fotos frente al espejo, cada tanto saco fotos celularísticas a lo que voy haciendo. Es en el momento en que me levanto a hacer un café, a lavarme la cara para despejar o, cuando estoy en un bar, para ir al baño (la mayoría de las veces, casi siempre, escribo desde un bar, como ahora). Entonces, al regresar, veo la mesa desprolija, con papeles, lapiceras, con pensamientos. Con alguna baraja al lado, con la taza de café. Y me gusta. Y le saco fotos. Revisé y encontré las que marcan el proceso de escritura de la nota de Frenkel. 

Se me ocurrió el inicio y las escenas recurrentes ("Suena el teléfono en la casa de René Lavand") y la escribí en la libreta (era un textual, así que tuve que ir una vez más al cine y hacer una grabación del audio -otra vez celularística- de ciertos momentos específicos). Luego viene la parte donde se escribe en la compu, por muchos días, y muchas correcciones. Cuando ya hay un boceto más o menos final, se imprime. Y se corrige. Y luego, cuando ya no hay vuelta atrás, se entrega. 

De los tres procesos hay fotitos. Del último, me encargo en el post que viene. 





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